Autopsia de “Resurrección”

Perdidos en la noche de los tiempos (Escenas): Dos son las escenas que nunca llegaron a escribirse para este relato. La más evidente, la batalla en el primer puesto, frente a la puerta del hangar. Eliminé, o mejor dicho, no llegué a escribir esta  escena por las complicaciones que tenía para la narración. Por un lado alargaba más la parte del combate, añadiendo un puesto de defensa más a la lista de frentes en los que se combate. Consideré que ya había muchos, los de las escaleras no podía quitarlos y entre el de frente a la puerta del hangar y el puesto intermedio que terminé por dejar me quedé con el segundo debido al otro motivo por el que deseché el puesto de la puerta, retirarse de dicho puesto me pareció mucho más complicado que hacerlo desde el que terminé por utilizar para iniciar a Héctor en la batalla.

La otra escena, para la que esbocé algunas ideas y redacté algunas líneas, fue sugerida por mi crítico en la primera revisión del relato, previa al asunto de los finales. En dicha escena se presentaba la declaración de guerra de Ekaterina desde el punto de vista de uno de los soldados con sangre azul, y su transición desde que cree que es un ejercicio, hasta que se ve que tiene que luchar de verdad, pasando por varias fases de negación y negociación ya que él debería ser protegido no protector. Pensaba enviarlo al puesto de la puerta, y así presentar también la lucha en ese frente, desde el punto de vista de otro soldado. Dejé a un lado esta escena porque me pareció una desviación demasiado pronunciada de la trama principal, además no conseguí darle un enfoque que me atrajera, que consiguiera hacerme empalizar con el soldado de sangre azul y, a fin de cuentas ¿a quién le importa lo que le pase a un pijo arrogante y malcriado? No descarto en un futuro, si se me apareciera cual champiñón un enfoque mejor, incluir dicha escena, pero por el momento no tengo la más remota intención.

Sobre los dos finales: Amén de lo dicho en la nota que escribí cuando quité el primer final, que durante una conversación con uno de mis lectores aparecieron varias de las cosas que temía podrían haber pasado, así como algunas que no me había llegado a plantear, me gustaría exponer el proceso seguido hasta ese punto. Una, o más bien otra, de mis costumbres heredadas de la poesía es el hecho de que tienden a ocurrírseme primero los finales que los puntos intermedios de la trama. En este caso concreto el final original fue de las primeras cosas que escribí, y eso fue, precisamente, lo que lo convirtió en inapropiado para le relato. Conforme este fue evolucionando se recrudeció y maduró algo más, cosa que ni el final ni la escena de Ílidan hicieron, lo que llevó a un final que no encajaba particularmente con el tono general del relato. Además, todo el tema de las espadas, de herencia claramente Star Warsiana, es algo que, aunque mi primer impulso es utilizar, conforme voy escribiendo me doy cuenta de que no tiene particular cabida en mis relatos.
La escena de Ílidan por su parte, era demasiado corta, no tenía una transición lo bastante extensa, y dejaba demasiado en la sombra. Además la hora de reescribir esta escena me di cuenta de que todo el asunto del viaje en el tiempo no podía ser dejado en el tintero alegremente, lo que me llevó a una escena más extensa y articulada y me permitió presentar la relación entre Héctor e Ílidan de un modo menos concentrado.
Por otro lado todo iba demasiado al grano, de manera demasiado directa, cosa que tiende a sucederme cuando estoy cerca de una escena que ya he pensado pero aún escribiendo otra.
En resumidas cuentas esto tiene que ver con que decía antes sobre que ir “improvisando” sobre la marcha no es la forma ni más rápida ni más sencilla para escribir un relato, porque te encuentras que escenas que habías pensado dejan de servirte, otras requieren ser revisadas y, en conclusión, nada termina de estar escrito hasta mucho después de haberlo escrito.

Curiosidades: Todd y el hada que aparecen hacia el final de la historia son personajes de otro relato, en el que también aparecía Ílidan, y que hice aparecer por cercanía con Ílidan, como nota humorística, y a modo de guiño a mí mismo, cosa que me encanta hacer.

El nombre de Ekaterina proviene de un personaje de una serie, cuyo nombre no recuerdo,  una niña rusa algo psicópata que machacaba mucho al protagonista y me cayó bien. Del mismo modo el patronímico Sledgovna proviene de Sledge, personaje, también ruso del juego Quake 4. Sobre esto decir que, hasta donde me documenté todos los rusos tienen, además del nombre y el apellido un «patronímico» (ótchestvo), que es un derivado del nombre del padre y va después del nombre propio. El patronímico se produce normalmente (hay excepciones para algunos nombres) al añadir el sufijo «ovich» o «-evich» (para hombres) y «-ovna» o «-evna» (para mujeres) al nombre del padre. Soy consciente de que el personaje se llama Nikolai, pero como en el juego se le llama siempre Sledge, la referencia sólo tiene sentido así.

Los números de identificación no son puramente azarosos. La letra responde al planeta de procedencia en inglés, así la E significa Earth (La Tierra) y los dos números de detrás son, en el caso de quienes son de la tierra, el prefijo telefónico internacional para su país de procedencia. Así pues Héctor (3012E34) es español, Evans(8857E44) es británico y Renardeau (7451E33) es francés. Para otros planetas sólo la letra tendrá sentido, aunque me estoy planteando asignar números a las lunas. El número individual de Héctor (3012) fue el pin de mi primer teléfono móvil. Escogí ese número porque es un número que recuerdo, y no querría tener que ir buscando el número de Héctor cada vez que quiera que se identifique.

**Nota** Este relato forma parte de un relato mayor y este a su vez de una saga que espero que termine siendo bastante extensa. Ílidan, los viajes en el tiempo, y otras referencias a sucesos de fuera del relato se explican en este contexto.

Y hasta aquí la autopsia del relato, la más larga hasta la fecha para el relato más largo hasta la fecha. Espero que os haya resultado interesante.


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