Curiosidades: Quienes me conocen lo saben, pero tengo tendencia a escribir el principio y el final, y después llenar lo de en medio, no digo que sea un buen sistema, de hecho no lo es en absoluto, pero es una marca de la casa, por así decirlo. En este caso concreto, las últimas dos estrofas las escribí llevando a penas un tercio del poema, el pareado de antes cuando iba por la mitad, y las dos anteriores son las últimas que escribí de todo el poema.
La imagen del gorrión con las alas de lino es un préstamo del gran maestro, y personalmente mi autor de poesía castellano preferido, Antonio Machado. No así el hecho de que esté pescando. Esto se debe a que, cuando estoy bloqueado, procuro coger algún gran autor y leo un par de poemas al azar, no tanto por coger ideas como por captar esa efímera magia llamada inspiración. También la rima entre los versos pares y los impares dentro de la estrofa. Si bien es una característica que tengo desde el primer poema que escribiera hace ya diez años, en este caso decidí ceñirme estrictamente a ella al encontrarla en los poemas que leí del mencionado autor.
La estrofa del matrimonio entre el sol y luna fue inspirado por el episodio 24 de la octava temporada de los Simpson, en el que el espíritu del abuelo Simpson, que habita el test del amor de su bar, le dice a Moe que sea dulce (con una mujer), a lo que Moe contesta mientras se peina “Sí, sí, ¿No es hermoso el sol? ¿No son estúpidas las flores? En fin, esas cosas” Recordé esa escena mientras escribía y me gustó la estructura de las dos preguntas, como veis la inspiración está donde quiera que la busques.
Casi al final, en la estrofa en que los árboles discuten sobre filosofía, había en origen un verso sobre ardillas que recogen bellotas (no recuerdo el verso pero terminaba con la palabra estación) y en el último verso algo sobre un ciervo y la reproducción (Sexo, ese gran amigo de mi poesía) Pero el verso de la ardilla era demasiado largo y rompía la armonía. Fue mi crítico el que me dijo que en esa estrofa faltaban árboles, ya que hablaba de la naturaleza, de ahí salió el verso del roble y el haya (el roble es un árbol que me encanta) discutiendo sobre filosofía, y como filosofía no rima con reproducción pero sí con vida y el ciervo ya estaba por allí, el último verso apareció por sí mismo.