Autopsia de “Punta de lanza”

Curiosidades: Al contrario de lo que pueda parecer, no es el personaje de Héctor quien ha heredado de mí el apodo de Fénix Azul, en la historia original Blue Fénix, si no al revés. Héctor se apoda así por méritos propios, que no vienen al caso, y fui yo el que, a posteriori, decidí adueñarme del mismo.

La crítica a los soldados “con las manos limpias” también es una constante en el mundo de “Mil historias”. Esto se debe a que hace ya bastantes años vi un reportaje sobre aviación en el que los pilotos hablaban siempre de la destrucción de objetivos, con una actitud que dejaba entrever que lo de matar era cosa de infantes y otra chusma. A esto se suma una cierta actitud de que el que mata con una pistola es peor que el que mata dirigiendo ejércitos que he observado en alguna gente. Matar es matar, y cuando pesen tu alma con la pluma, no se andarán con tantos miramientos. Esto último hace referencia a la mitología egipcia.

Originalmente la historia terminaba siguiendo el plan de los políticos, llevando la nave hasta una emboscada y siendo destruida, pero dos factores se interpusieron en el camino de esa línea argumental. Monti me dio la idea de que un dispositivo de tamaño medio, lo bastante pequeño como para poder ser llevado por una persona, que disparara un rayo de neutrones contra un reactor nuclear, lo detonaría, con espectaculares resultados. Esto permitió aflorar la naturaleza de Héctor, un simpático mercenario con la entrañable costumbre de cumplir con sus encargos… a su manera.


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