Punta de lanza


Héctor sacó de su mochila, que dejó tirada y vacía en el suelo, un segundo dispositivo, algo más grande, y empezó a montarlo sobre el fuselaje del reactor.
-¿Esto es seguro?- preguntó rosa algo preocupada
-Tanto como suele serlo disparar un pequeño rayo de neutrones contra un reactor nuclear, no mucho- dijo Héctor ensimismado en su trabajo –Lo bueno es que la parte de la explosión no falla aunque te equivoques-miró de reojo a Rosa con una sonrisa.
-Héctor amigo, no quiero meterte prisa, pero alguien se acerca al perímetro ¿Qué hago?-
-Distráeles, pero ya sabes que no podemos dejarles llegar hasta aquí-
-No puedo darte más de media hora desde que manden a alguien a abrir puertas-
-Estamos a quince del hangar, menos si corremos, sólo procura centrar la atención lejos de mí- Pidió Héctor al que, por primera vez en su escasa relación, Rosa veía sudar.
-Maniobra de distracción al canto- se despidió el comunicador. Un par de segundos más tarde los comunicadores se llenaron de estática, los de todos los tripulantes de la nave, Héctor tiró el suyo al suelo y siguió con lo suyo.
-Buenas noches Punta de lanza- Resonó estridentemente por la megafonía de la nave.
-Están escuchando radio pirateo, emitiendo en directo desde la sala de seguridad 2B-añadió en tono de presentador de radio.
-¿Por qué no nos ceñimos al plan?- Rosa estaba al borde de la taquicardia.
–Desactivar las torretas y los escudos, y dejar la nave lista para ser destruida en la emboscada- añadió frotándose las manos.
-¿Y dejar que los políticos se lleven el mérito? No gracias- dijo apartándose brevemente de su artefacto. –Además, tienes que admitir que esto sí es emocionante y tiene acción ¿eh?- Rosa miró al techo con un suspiro. – ¡Nos largamos!-
-Muy bien Punta de lanza, es hora de ir todo recto y salir por la tercera puerta a la derecha- Se oyó por megafonía. Héctor y Rosa siguieron las instrucciones, mientras las puertas se abrían frente a ellos para cerrarse a su espalda. Al abrirse la última de ellas un equipo de seguridad con soldadores llegaba por el final del pasillo, y pasó junto a ellos sin inmutarse, sólo otros desgraciados que corrían a sus puestos.
-Es oscuro el día fuera ¿no os parece?- Sonó por megafonía –Habéis trabajado duros chicos y chicas, de modo que creo que os merecéis esto… fuegos artificiales para todos- retronó por megafonía. En aquel preciso instante las torretas del Punta de lanza empezaron a disparar a diestro y siniestro contra todos los asteroides de la zona, y las bahías de misiles empezaron a lanzar misiles que se volaban en línea recta hasta ser alcanzados por un disparo o perderse en la lejanía.
-Tu amigo es bueno distrayendo- le gritó Rosa a Héctor en mitad de la confusión.
-Eso es ser previsor- Contestó Héctor girando una esquina tras Rosa.

Tardaron veinte minutos en llegar al hangar, aún pese a sus esfuerzos, Héctor no había tenido en cuenta que moverse deprisa en mitad de la vorágine de gente corriendo a sus puestos no iba a ser tarea fácil. Ya estaban en la planta correcta a escasos pasillos de la entrada cuando la megafonía sonó de nuevo.
-Me están rastreando, tengo que desconectar ya, ánimo y suerte- se despidió su invisible compañero. Héctor pudo ver en su mente sobrecargarse la tarjeta de datos y explotar el artefacto en la sala de seguridad para proteger la identidad de su, por así decirlo, amigo. Frente a la puerta del hangar había, como suele ser habitual en caso de emergencia, un guardia armado, con chaleco y casco, Héctor le lanzó su cuchillo, clavándosele en el cuello, y sin más miramientos entraron en el hangar medio en ruinas.

(Sigue…)


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